martes, 30 de agosto de 2011

Julieta despertó con la primera luz que entro por su pequeña ventana. Cosa que le parecio extraña, era imposible seguir durmiendo. Despertó pensando en la rutina diaria que le esperaba. Camino al lavabo, se limpio su rostro y cepillo rápidamente sus dientes. Se miro al espejo y curiosamente se noto más hermosa que de costumbre. Después le dieron unas tremendas ganas de provar esos higos regalo de aquella vieja amiga que encontro en el supermercado el lunes. Saco los higos de la hielera volteo la mirada hacia arriba de la alascena, tomo la miel que tenía desde aquel verano, coloco un puño de higos en un tazón y derramo bastante miel sobre ellos. Preparo su café con 7 cucharadas de ázucar como acostumbraba toda su vida y se sento en la silla junto a la puerta, mirando la avenida. Tomó un sorbo de su dulce café lo saboreo. Regreso a la cocina pues faltó una cucharadita más... regresó a su silla mesedora y ahora sí, tomo los higos y comenzo a comerlos desesperadamente junto con su azucarado café. Era una convinación que no degustaba desde que su madre había muerto y al sentirlo en su paladar derramó un par de lágrimas por aquella terrible pérdida, mirando frente a ella los universitarios que pasaban casi corriendo, Término su azucarado desayuno y se metio a su casa. Era hora de iniciar sus labores, volteo a su alrededor y su pequeño departamento estaba perfecto, recordo que no había hecho la cama fue a la habitación y la hizo... después regreso a la sala y seguía todo aun más perfecto, el gato tenía su alimento, las flores estaban en su jarrón preferido más vivas que hacía una semana, y la vajilla era relusiente. Cojio un libro y tomo su cigarrera, se sento en el sillón e inicio la lectura, de la que sólo le faltaba términar las últimas páginas, las leyo, después quedo aun más vacía pues como siempre esperaba demasiado de los finales... Sentía una felicidad tan grata que le dieron escalofríos... no tenía ninguna razón por aquella extraña felicidad que desde que despertó estaba dentro de su basto cuerpo. No le tomo importancia. De rrepente sono el timbre, esperaba una respuesta, abrio la puerta y era la correspondencia, la tomo y regreso a revisarla a su sillón... Nada nuevo -pensó- resivos telefónicos y de luz, cartas bancarias y demas cosas sin importancia. En realidad no esperaba más, pues desde hacía cinco años tosos sus conocidos y parientes estaban muertos.Hoy solo le quedaba Arsenio pero desde hacía tres semanas no la visitaba para sus pláticas al meterse el sol... Acomodó la correspondencia en su lugar y volvio a sentarse en el viejo sillón, encendio un cigarrillo y mirando hacia fuera su mente se quedo en blanco, como la mayoría del tiempo de ese extraño día. De pronto recordó que el baúl de sus recuerdos estaba olvidado, fue a la habitación y abrió ese cajón del armario donde lo guarda desde siempre. Lo sacó y lo llevo al sillón, inicio a revisarlo, cartas de amor del pasado, de sus novios, de sus parientes, algunas piedras que tomaba cuando iba de paseo para guardarlas de recuerdo, o que algunos de sus amigos se las regalaban cuando iban a la playa, paletas derretidas que nunca quizo comer para guardar ese recuerdo, tarjetas, postales y un sinfín de fotografías... De pronto se dio cuenta que las únicas dos fotografías que deseaba ver en ese momento, se habia perdido en un computador 20 años atrás pues nunca se desidio a imprimirlas... varias lágrimas recorrieron sus mejillas cuando de pronto, al fondo de aquella caja de cartón duro, forrada de tela de flores rosas, encontró un pequeño chip de celular. Recordó que lo guardaba desde años atrás cuando tuvo una fuerte discusión con su esposo ya fallecido y desde entonces el chip seguía en la caja, esperando que algún día o noche... ella lo mirara. Lo tomo desesperadamente y abrió su celular sin apagarlo, colocó el chip en su lugar, con miedo a que se hubiera mojado y no guardara aquel maravilloso tesoro... encendió el celular y parecieron eternos aquellos segundos cargándose la información, cuando estuvo listo sintió una tremenda emoción. Miro el título y ahora sí su alegría tenía un séntido: ¨miAmor¨.
Abrio el primer mensaje de la bandeja de entrada. Decía: Sólo te pediré algo mi amor, mi único amor, nunca me olvides, mi corazón te adora y a pesar de todo este tiempo lo seguirá haciendo, la vida nos jugo una mala y ahora tú estás con tu esposo y yo con mi mujer, pero sólo tu y yo sabemos que desde que eramos unos niños nos amabamos con locura, que seas muy feliz, no te volveré a causar problemas TE AMO Niña Hermosa.
Después de leer los 80 mensajes, se dio cuenta ahora que ya nada, ni nadie le quedaba en el mundo...
Llenó la tina con agua deliciosamente tibia y se sumergió para no salir jamás, su único consuelo era imaginar en su esposo el rostro de él cuando estaban en la oscuridad de su récamara:ni eso le quedaba. Muy drámatica, Ahora sí -pensó- Adiós para siempre, injusta vida mía.
Segundos después entró Arsenio al departamento y la saco del agua. A sollozos le dijo-mujer tonta- con una sonrisa gigante en su envejesido rostro.
Ese día fue distinto, él se quedó y ya las noches eran ligeras.

martes, 23 de agosto de 2011

Recorre mis dunas y mi largo cuello,
camino olvidado de camellos, del aire,
mientras mi boca transpira lunas desérticas
que tú, mi bello náufrago, implorabas.
Besa mis perlas.
Hunde tu humedad en los gritos de mi ombligo,
prueba mis ásperas caderas filtrándose
entre tus dedos.
Vuelvéme playa.
Devuélvele a este desierto el ritmo de tus olas,
la frescura de tu espuma,
ese vaivén delicioso que,
en marea alta, se funde con mis rocas
salpicándome el alma.
Déjame oler a sal, a luna llena;
deja que los cangrejos me recorran,
apurados, de mi sexo a la lengua,
que me estremezca.
Humedece a esta mujer harta de tanta tolvanera,
temerosa de que la erosión la olvide.
Déjame oliendo a salitre entre las sábanas,
el dulce sabor de esta tormenta,
para que mañana despierte recordando
que mi desierto lo visitó un marinero.


Mariana Martínez

MaryJeses

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