martes, 23 de agosto de 2011

Recorre mis dunas y mi largo cuello,
camino olvidado de camellos, del aire,
mientras mi boca transpira lunas desérticas
que tú, mi bello náufrago, implorabas.
Besa mis perlas.
Hunde tu humedad en los gritos de mi ombligo,
prueba mis ásperas caderas filtrándose
entre tus dedos.
Vuelvéme playa.
Devuélvele a este desierto el ritmo de tus olas,
la frescura de tu espuma,
ese vaivén delicioso que,
en marea alta, se funde con mis rocas
salpicándome el alma.
Déjame oler a sal, a luna llena;
deja que los cangrejos me recorran,
apurados, de mi sexo a la lengua,
que me estremezca.
Humedece a esta mujer harta de tanta tolvanera,
temerosa de que la erosión la olvide.
Déjame oliendo a salitre entre las sábanas,
el dulce sabor de esta tormenta,
para que mañana despierte recordando
que mi desierto lo visitó un marinero.


Mariana Martínez

2 comentarios:

MaryJeses

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